Nos encontramos a veces en un lugar cualquiera del camino,
y nos sentamos juntos sabiéndonos marcados por el destino.
Nos llamamos amigos en una confianza necesaria,
y nos reconocemos como 2 gaviotas solitarias.
Claros como el sol, nuestros ojos se vuelven dos espejos,
hondos como el mar aunque nadie se sepa ver en ellos.
Nos sentimos dichosos cuando abrimos el cofre más cerrado,
en donde se conservan los anhelos del estigmatizado.
Comprobamos papeles e intercambiamos pistas del tesoro,
y otra vez lo guardamos como oro en paño y como paño en oro.
¡Hijos del mar, buscadores de la isla misteriosa!
¡locos por la luz ocultos en el tiempo y en las cosas!
Y después nos miramos convencidos de no volver a vernos,
Nos damos un abrazo y regresa cada uno a su silencio.
miércoles, 2 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario