Me voy a hacer un camino que no conduce al Rocío,
sino que va al fin del mundo por montañas y por ríos.
Un camino sin carretas, sin bueyes ni simpecados,
humilde con mi mochila, una vieira y un cayado,
Que el que yo hago es el camino, niño, que va a Santiago……
Olvidaré mi guitarra, el bullicio y mis amigos,
Para andarlo en el silencio a solas conmigo.
A ver si así, hablando a solas, según Machado decía,
nazca de mí la esperanza de hablar a Dios algún día.
Otro camino. Ya no soy rociera, sí peregrina.
No he de hacerlo desde el Sur, que hay otra ruta más bella:
una ruta que se orienta con el sol y las estrellas.
Sin prisas, sin importarme el tiempo y la distancia,
bajaré del Pirineo cual si viniera de Francia.
En tal sentido el sol y las estrellas irán conmigo.
DURANTE EL CAMINO:
Se ha desconectado todo; no hay radio ni televisión,
ya no existen otras voces que roben nuestra atención.
Tantos días por delante de sosegado viaje,
sin encender otra cosa que el alma ante los paisajes.
Sin otro son que el que acompañe al ritmo del corazón.
Mientras que tus pies caminan por la tierra o el asfalto,
el alma también se mueve con alas, hacia lo alto.
Deja atrás viejas ideas, pon poco peso en tu espalda,
que el alma y cuerpo han de ir aligerado s de carga.
Sería un desastre, pretender elevarse con mucho lastre.
LA ORIENTACIÓN EN EL CAMINO:
Mi sombra por la mañana una brújula parece
que el camino me señala desde que el sol amanece.
Como una señal amiga que me quisiera guiar
si voy siguiendo a mi sombra no me perderé jamás.
Es mi sombrero quien elige entre varios, el buen sendero.
Si me salgo del camino para atravesar un prado,
basta con seguir mi sombra para estar bien orientado.
Es mi cabeza la que a punta a Santiago por la maleza.
y si se hace de noche y desaparece ella,
basta con mirar al cielo y seguir a las estrellas,
pues está escrito el camino de Santiago del infinito.
Aunque no hubiese señales y se te nublara el cielo,
sigue tu instinto y cmaina, que este mundo es un pañuelo.
Te juro, hermano, que veremos a Santiago tarde o temprano.
EL ALTO DEL PERDÓN:
Los molinos del perdón de cerca son los gigantes,
que aguardan a Don Quijote a los lomos de Rocinante.
Pero desde aquella cima a donde la vista alncanza,
no se acerca el caballero ni tampoco Sancho Panza.
Sólo adivino a los lejos, la imagen de un peregrino.
VIEIRA Y BORDÓN:
Mi Vieira tiene un nombre, la llamaban sanfonina,
cuando la encontré una tarde en el mar de Isla Cristina.
Y mi bordón es de abeto nacido en Sierra Nevada,
de él cuelga una vieira a otro bordón engarzada:
¡Qué hermosa amarra la que cantaba un día mi guitarra!
miércoles, 2 de junio de 2010
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